¿Qué es ser Llenos del Espíritu Santo?
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18)
Muchas personas asumen que ser lleno del Espíritu Santo es profetizar, es predicar, es cantar, es hacer milagros, es hablar en lenguas, es caer al piso o reírse incontrolablemente, pero la verdad es que esas manifestaciones exteriores no son la evidencia de estar lleno del Espíritu Santo según la Palabra de Dios. Muchas personas pueden manifestar cosas extraordinarias e impactantes al ojo humano, pero a la vez ellos pueden estar viviendo en pecado en sus vidas y por consiguiente eso no es obra el Espíritu Santo de Dios porque el Espíritu Santo viene a convencer al pecador de pecado, de justicia y de juicio. (Juan 16:8-11) “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”
Debemos entender que el Espíritu Santo de Dios no es un poder que nos hacer brincar o hacer cosas extraordinarias. El Espíritu Santo es Dios mismo, es la tercera persona de la trinidad que viene a morar en la vida de todo creyente que se ha arrepentido de sus pecados y que ha creído en Jesucristo como su Señor y Salvador.
El apóstol Pablo nos exhorta como creyentes en Cristo a que no nos embriaguemos con vino sino que más bien seamos llenos del Espíritu Santo. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes biensed llenos del Espíritu”. (Efesios 5:18)
La palabra griega traducida “sed llenos” es “pleroo”, esta en forma presente imperativa y se refiere a estar completamente saturados hasta lo máximo de algo. Esta palabra da la idea de ser completamente controlados (guiados) por el Espíritu Santo (Juan 16:13), Es estar bajo su total dominio aunque sin perder de vista quienes somos y que hacemos.
Una persona llena del Espíritu Santo es aquella que es controlada por el Espíritu Santo que mora en ella y por lo tanto no puede pecar; no miente, no fornica, no adultera, no se masturba, no roba porque está siendo controlada por el Espíritu Santo y no por sus deseos pecaminosos porque los deseos de la carne son contra el Espíritu. (Gálatas 5:17) “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”
Entonces ser lleno del Espíritu Santo, no es otra cosa que ser saturados por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Noten el contraste en (Ef. 5:18) “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Lo que sucede con una persona que se emborracha es que ha tomado tanto alcohol que su sustancia lo domina por completo y esa persona está bajo el efecto del alcohol.
Lo que el apóstol Pablo nos dice aquí es que no debemos dejar que eso ocurra en nuestras vidas, no debemos permitir que el pecado nos domine de esa manera, sino que debemos dejarnos controlar por el Espíritu Santo en todo momento manifestando esa llenura del Espíritu Santo por medio de los frutos del Espíritu en su vida. En Gálatas 5:22-23 nos dice cuales son los frutos del Espíritu; “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…”El fruto del Espíritu Santo es el resultado de la llenura del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Por lo tanto, el fruto del Espíritu Santo esta en directo contraste con la naturaleza pecaminosa, en Gálatas 5:19-21 dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Si queremos ser llenos del Espíritu, debemos evitar el pecado en nuestras vidas, evitando a toda costa contristar al Espíritu. En Ef. 4:30 dice el apóstol Pablo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.Debemos de cuidarnos del pecado en nuestras vidas para no contristar al Espíritu Santo que mora en nosotros “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1Cor. 6:19). Cristo mora en nosotros por Su Espíritu. Si queremos ser guiados por El debemos cuidarnos de no entristecerle.
Conclusión, una persona llena del Espíritu Santo no es aquella que manifiesta cosas extraordinarias en el pulpito, no es aquella que hace milagros o cae al piso, un persona llena del Espíritu Santo es aquella que aborrece el pecado en su vida, es una persona que es guiada por el Espíritu Santo y es una persona santa porque está llena de un Dios que es Santo.
Si deseamos ser llenos del Espíritu Santo debemos de morir a nosotros mismos, debemos de mantenernos en santidad. Debemos de leer y de estudiar constantemente la palabra de Dios, orando, buscando a Dios en intimidad y obedeciendo su palabra en nuestras vidas.
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18)
Muchas personas asumen que ser lleno del Espíritu Santo es profetizar, es predicar, es cantar, es hacer milagros, es hablar en lenguas, es caer al piso o reírse incontrolablemente, pero la verdad es que esas manifestaciones exteriores no son la evidencia de estar lleno del Espíritu Santo según la Palabra de Dios. Muchas personas pueden manifestar cosas extraordinarias e impactantes al ojo humano, pero a la vez ellos pueden estar viviendo en pecado en sus vidas y por consiguiente eso no es obra el Espíritu Santo de Dios porque el Espíritu Santo viene a convencer al pecador de pecado, de justicia y de juicio. (Juan 16:8-11) “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”
Debemos entender que el Espíritu Santo de Dios no es un poder que nos hacer brincar o hacer cosas extraordinarias. El Espíritu Santo es Dios mismo, es la tercera persona de la trinidad que viene a morar en la vida de todo creyente que se ha arrepentido de sus pecados y que ha creído en Jesucristo como su Señor y Salvador.
El apóstol Pablo nos exhorta como creyentes en Cristo a que no nos embriaguemos con vino sino que más bien seamos llenos del Espíritu Santo. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes biensed llenos del Espíritu”. (Efesios 5:18)
La palabra griega traducida “sed llenos” es “pleroo”, esta en forma presente imperativa y se refiere a estar completamente saturados hasta lo máximo de algo. Esta palabra da la idea de ser completamente controlados (guiados) por el Espíritu Santo (Juan 16:13), Es estar bajo su total dominio aunque sin perder de vista quienes somos y que hacemos.
Una persona llena del Espíritu Santo es aquella que es controlada por el Espíritu Santo que mora en ella y por lo tanto no puede pecar; no miente, no fornica, no adultera, no se masturba, no roba porque está siendo controlada por el Espíritu Santo y no por sus deseos pecaminosos porque los deseos de la carne son contra el Espíritu. (Gálatas 5:17) “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”
Entonces ser lleno del Espíritu Santo, no es otra cosa que ser saturados por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Noten el contraste en (Ef. 5:18) “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Lo que sucede con una persona que se emborracha es que ha tomado tanto alcohol que su sustancia lo domina por completo y esa persona está bajo el efecto del alcohol.
Lo que el apóstol Pablo nos dice aquí es que no debemos dejar que eso ocurra en nuestras vidas, no debemos permitir que el pecado nos domine de esa manera, sino que debemos dejarnos controlar por el Espíritu Santo en todo momento manifestando esa llenura del Espíritu Santo por medio de los frutos del Espíritu en su vida. En Gálatas 5:22-23 nos dice cuales son los frutos del Espíritu; “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…”El fruto del Espíritu Santo es el resultado de la llenura del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Por lo tanto, el fruto del Espíritu Santo esta en directo contraste con la naturaleza pecaminosa, en Gálatas 5:19-21 dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Si queremos ser llenos del Espíritu, debemos evitar el pecado en nuestras vidas, evitando a toda costa contristar al Espíritu. En Ef. 4:30 dice el apóstol Pablo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.Debemos de cuidarnos del pecado en nuestras vidas para no contristar al Espíritu Santo que mora en nosotros “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1Cor. 6:19). Cristo mora en nosotros por Su Espíritu. Si queremos ser guiados por El debemos cuidarnos de no entristecerle.
Conclusión, una persona llena del Espíritu Santo no es aquella que manifiesta cosas extraordinarias en el pulpito, no es aquella que hace milagros o cae al piso, un persona llena del Espíritu Santo es aquella que aborrece el pecado en su vida, es una persona que es guiada por el Espíritu Santo y es una persona santa porque está llena de un Dios que es Santo.
Si deseamos ser llenos del Espíritu Santo debemos de morir a nosotros mismos, debemos de mantenernos en santidad. Debemos de leer y de estudiar constantemente la palabra de Dios, orando, buscando a Dios en intimidad y obedeciendo su palabra en nuestras vidas.
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